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La niña gorda y otros relatos inquietantes, Marie Luise Kaschnitz (Alemania)

Volvía de viaje y no estaba al corriente. Conduje directamente desde el tren hasta mi casa y toqué a la puerta de la mujer, a quien había dejado mis llaves. Me saludó afablemente con una expresión muy elocuente. ¿Sabe usted que está usted muerta?, preguntó. Pese a que no soy una pesona muy apegada a la vida, estas palabras me produjeron una impresión muy desagradable. ¿Muerta? ¿Cómo es eso?, pregunté. Sí, dijo mi vecina -su nombre era Frau Teichman-, pero no debe tomárselo tan a pecho, a quien se da por muerto, le espera una larga vida. Sonreí forzadamente y cogí las llaves que ella había guardado en el cajón de su escritorio. ¿Y quién ha dicho que yo estaba muerta?, pregunté. Una desconocida, dijo Frau Teichman, nadie la había visto antes, entró en la casa, tocó a todas las puertas y a todos decía que usted había muerto.



FICHA TÉCNICA
Título: La niña gorda y otros relatos inquietantes
Título original: Gesammelte Werke. Band 4. Die Erzählungen
Género:Cuentos y leyendas
1ª edición en alemán: 1983
Edición en español: 2015
Editorial: Hoja de Lata
ISBN: 978-84-16537-00-6
Nº de páginas: 181
Traducción: Santiago Martín Arnedo
Formato: Rústica
Sinopsis: Marie Luise Kaschnitz, la gran cuentista alemana de la segunda mitad del siglo XX, nos ofrece en esta antología una muestra de su mejor narrativa. Doce relatos magnéticos e inquietantes, poblados de personajes anónimos —un matrimonio de viaje por la costa italiana, una abuela que alquila una habitación de su casa, una niña gorda e irritante—, cuya aparente normalidad esconde infinidad de aristas y claroscuros.
Cuentos de título tan enigmático como «La avalancha», «Quién conoce a su padre» u «Osos polares», magistralmente cargados de tensión psicológica y de atmósferas agobiantes pero, al mismo tiempo, hermosísimas. Sus protagonistas, estridentes e impropios en muchas ocasiones, rezuman también calidez humana, la colorida alegría infantil de los sueños y una manifiesta resistencia a perder la inocencia.
Doce pequeñas joyas literarias de oscura belleza, que atrapan al lector desde la primera página. Quizá por el temor que nos asalta a que todos ellos puedan volverse ciertos…
Valoración: 8,5/10

Si pienso en autores alemanes reconozco que no se me ocurren demasiados, salvo clásicos como Goethe, Schiller o Kant; haciendo un esfuerzo, me acuerdo también de Karl Marx, pero jamás se me ocurriría traer a este reto El capital (que ya leí en su momento, durante la universidad; no guardo muy grato recuerdo de esta lectura, por cierto).

Si escarbo algo más en mi biblioteca, encuentro a Hermann Hesse, cuyas obras más conocidas -El lobo estepario y Siddharta- me dieron alas místicas en mi adolescencia; o la rabia de El tambor de hojalata de Günter Gras; y a Heinrich Böll, cuyas Opiniones de un payaso leí, probablemente, antes de tiempo; supongo que para apreciar esa obra se necesita una madurez de la que yo carecía cuando lo leí.

Y no puedo olvidar a Friedrich Nietszche, otra de mis lecturas básicas en una adolescencia que no le deseo a nadie (y que se puede ver por dónde transcurrió sólo con las lecturas que menciono), un autor incomprendido, al que le perjudicó el uso perverso que de sus ideas hizo el nazismo (al que se ha asociado al filósofo, fallecido 20 años del nacimiento de este movimiento). Desde sus obras más canónicas, como Sobre el porvenir de nuestras escuelas, hasta las más conocidas, como Así habló Zaratustra, plantea un ideal de sociedad y de hombre (aclaremos, no en uso genérico; no es un ideal de mujer) vinculado al clasicismo griego, al mito del hombre sabio y el guerrero que dominan sobre los esclavos, los trabajadores, y gestionan con fuerza y conocimiento a la sociedad.

¿Por qué esta introducción, que es casi disgresión, para hablar del libro de Kaschnitz? Porque, para mi, la literatura alemana se asocia con cierta pesadez y seriedad, con trascendentalismo místico; no es una literatura ligera o vana (que seguro que escritores alemanes superficiales existen, aunque yo no los conozca) y ha sido una sorpresa gratísima encontrarme con estos relatos, que sí tratan cuestiones trascendentales, pero con ligereza. Tal vez sea porque el relato necesariamente exige centrarse en lo relevante, y eso elimina peso a la narración. O porque la autora escribe muy bien.

Fuente: Artesan.Nato

El libro, desde la portada -con una ilustración preciosa al tiempo que algo perturbadora de Marta Orlowska- es una delicia. Los 12 cuentos que incluye son pequeñas obras maestras. Como en toda selección de relatos, no todos tienen el mismo nivel, pero incluso los más flojos son de notable alto. Y muchos de sobresaliente.

El factor "inquietante" de cada cuento es diferente, no son cuentos perturbadores o desasosegantes, pero sí generan cierta incomodidad, cierta inquietud (el calificativo en el título es bien acertado). Desde el planteamiento clásico de "qué hubiera pasado si" de La avalancha, que enfrenta a los protagonistas al incierto azar de las decisiones; hasta la indignación y rabia que la angelical señorita Eva despierta en el lector -no en la narradora- de Sí, mi ángel; pasando por el final inesperado (por dos veces cambia el tono en apenas un párrafo) de Conversaciones lejanas, nos encontramos con un conjunto de relatos que no dejan indiferente, que te remueven, por la rabia, por la desconfianza, por la incredulidad, o por el miedo.

Estos relatos inquietantes se leen rápido, pero dejan poso por largo tiempo. Varios de ellos incluyen elementos de fantasía, de irrealidad, pero otros son totalmente posibles. No sólo posibles, sino que de hecho cuentan historias conocidas, que seguro que o hemos vivido o que conocemos a alguien que las ha vivido. La envidia, el egoismo, la hipocresía son motivos de inquietud también en estos cuentos... y en nuestras vidas.

Y si tengo que elegir -que no, pero lo hago- mis historias preferidas son Los sueños de Jennifer y El deshielo. El primero nos narra una historia habitual del cine y la literatura, soñar con una vida alternativa que ¿existe en una realidad paralela? Habrá que leer el cuento para llegar a una conclusión. El segundo me hizo pensar por un momento en algún escenario distópico, aunque probablemente esté ubicado en la Alemania nazi durante la 2ª Guerra Mundial, lo que da -quizá- más miedo que si fuera una historia irreal.

En cualquier caso, son unos cuentos muy recomendables. Breves, ligeros, pero de gran profundidad al mismo tiempo, que te enfrentan a situaciones existenciales incomodas, pero no ajenas. Sé que leeré algo más de esta escritora, que ha supuesto una muy grata sorpresa para mi.

Termino con un video de una cantante germano-marroquí (cómo me gustan las mezclas culturales) que también ha sido un descubrimiento. Me he dado cuenta de que no sé prácticamente nada de música alemana, salvo Engelbert Humperdink (ejem) o Nina Hagen. A Namika me la ha descubierto una amiga; ella proponía otra canción (Lieblingsmensch), que realmente me gusta más que esta; pero este video, en el que se va reproduciendo la letra de la canción me parece más adecuado para una entrada dedicada a la literatura alemana (que no en alemán, en el que sólo sé decir las 3 o 4 fórmulas de cortesía habituales, y contar hasta 5)

De Namika, Ich will dich vermissen (Quiero echarte de menos, o algo así; tal vez, piérdete y déjame respirar; anda, déjame que te eche un poquito de menos, plasta... Pero esta es una traducción muy libre mía, a partir de la traducción que alguien hizo al inglés de la canción en alemán)


Comentarios

  1. Me alegro muchísimo que te haya gustado, también en este deje mi rastro de miguitas, Te ha producido las mismas impresiones que sentí yo.

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    1. Sí, otra recomendación tuya que da en el clavo. Eres una lectora selecta, conocedora de pequeñas (o grandes) joyas

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