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La guerra de las salamandras, Karel Čapek (República Checa)

Al aumentar las ganancias por la explotación de las salamandras surgió también el comercio pirata; el Sindicato de las Salamandras no pudo controlar y administrar todas las líneas por las que el difunto capitán Van Toch había transportado salamandras,, especialmente las que dejó en las islas de Micronesia, Melanesia y Polinesia, así que muchas islas en las que vivían quedaron abandonadas. Como resultado de esto se estableció, junto con la cría racional de salamandras, la caza de las salvajes, que recordaba en muchos aspectos a las antiguas expediciones de focas. En cierto modo, esta caza era ilegal, pero como no existía ninguna ley para la protección de las salamandras salvajes, sólo se permitía perseguir a los piratas por intromisión en las aguas territoriales de este o aquel país.


FICHA TÉCNICA
Título: La guerra de las salamandras
Título original: Válka s Mioky
Género: Ciencia Ficción
1ª edición en checo: 1936
Edición en español: 2018
Editorial: Libros del Zorro Rojo
ISBN: 978-84-947734-1-9
Nº de páginas: 336
Traducción: Ana Falbrová
Formato: Tapa dura (Biblioteca pública)
Otros: Edición ilustrada por Hans Ticha
Sinopsis: Obra central de uno de los referentes de la ciencia ficción, La guerra de las salamandras se sirve de una ácida ironía para construir una fábula que desnuda las estructuras discursivas del imperialismo y de los regímenes totalitarios, al tiempo que rescata una pregunta fundamental: ¿qué mundo ayudamos —con nuestros actos, con nuestra pasividad— a construir?
Esta edición recupera el sorprendente trabajo artístico de Hans Ticha que cuenta con más de cien ilustraciones inspiradas en el Pop Art, el cubismo y el cartelismo del constructivismo ruso. Publicado originalmente en Alemania en 1987, está considerado uno de los libros más bellos de la República Democrática Alemana.

Valoración: 9/10

Para quien no conozca a Čapek, basta decir que es el creador de la palabra que más juego ha dado a la ciencia ficción en los últimos 80 años... y a la tecnología. En su obra de teatro R.U.R. (Rossumovi univerzální roboti), estrenada en el Teatro Nacional de Praga en 1921 aparece por primera vez en la literatura, la palabra ROBOT (parece que de origen eslavo, significa esclavo o trabajador forzado). En 1923 la obra había sido traducida a 30 idiomas y robot pasó a ser un término habitual de la ficción y de la realidad; de hecho, bien es sabido que hay una rama de la ingeniería denominada robótica.

Estos antecedentes ya nos ponen sobre aviso de que no nos encontramos ante un escritor desconocido o poco leido.  Es uno de los grandes de la historia de la Ciencia Ficción, y esta novela que traigo al reto explica bien por qué.

Partiendo de un planteamiento que puede ser considerado algo ingénuo o jocoso -el descubrimiento de unas salamandras inteligentes que están encantadas de relacionarse con los humanos y trabajar para ellos- se convierte en un retrato lúcido, y tremendamente crítico, sobre el sistema capitalista, y cómo trata/explota a sus trabajadores. Las salamandras son vistas, al principio con desconfianza, para pasar a ser considerada una posible fuerza de trabajo. Y ahí comienza ¿lo bueno?

En el libro se va relatando todo el proceso de proletarización de las salamandras, el constante tira y afloja entre los diferentes Gobiernos y Organismos Internacionales para poder explotar a esta nueva masa trabajadora que se presta a ello con devoción y sin protesta, y los intentos de regular no sólo las condiciones laborales de esta nueva especie, sino la legalidad de dichas condiciones en cada país y en el escenario internacional, estableciéndose un precarísimo equilibrio de fuerzas en el que las salamandras son el engranaje principal (sin haberlo solicitado ellas, ni mucho menos controlarlo)

Si no fuera porque es motivo de tristeza o indignación o incluso vergüenza que una novela escrita en 1936 refleje de manera tan palmaria el cinismo de los Gobiernos y los Organismos Internacionales en sus planteamientos políticos, tratados, acuerdos, y porque podría haber sido escrito hoy mismo en cualquier periódico que informase sobre alguna negociación en el Parlamento europeo sobre política agraria, o sobre la crisis de los refugiados, podríamos reirnos de lo absurdo que resulta todo.

Pero si cambiamos salamandras por clase obrera, o por Pueblo Judío (es probablemente la metáfora que subyace a la novela, escrita en pleno auge del nazismo alemán), o por refugiados, o por inmigrantes ilegales, o por desplazados, el retrato que se hace del abuso de las personas, de su explotación, de su ninguneo cuando ya no son necesarias, deja de parecer tan divertido.

Y por si eso ya fuera poco, también se habla de esclavitud, de ecologismo, de economía, de movimientos de población, de explotación de los recursos naturales, de consumismo, de apropiación cultural... Y de cómo el sistema devora y arrasa en un hoy por hoy, que busca cegado un mañana de progreso y desarrollo infinitos, cuando los recursos son limitados y -en algún momento- el sistema se resquebraja.

La novela está dividida en tres partes. En la primera se descubre a las salamandras y tiene un tono amable, de encuentro de una nueva especie animal algo simpática, que -además- es proclive a relacionarse con los humanos y a serles útiles (si las salamandras hubieran sabido todo lo que vendría después, no habrían propiciado el primer encuentro con los humanos; aunque tal vez el acercarse pacíficamente les ahorró muchas más crueldades). Los humanos que aparecen no son especialmente inteligentes (pocos en la novela lo son, de hecho), pero sí saben ver dónde hay una posibilidad de negocio. Y cual conquista del Oeste o fiebre del oro, todos quieren hacerse con unas cuantas salamandras.

La segunda parte va relatando a partir de informes, noticias de prensa o comunicados oficiales, cómo se va incorporando esa nueva masa trabajadora a las sociedades humanas. Se establecen tratados de protección de las salamandras (que, en realidad, sólo protegen los intereses de las empresas y los Gobiernos que las poseem). Y van desfilando ministros diversos países, la Sociedad de Naciones, la Organización Internacional del Trabajo, filósofos, científicos, religiosos, y toda una variedad de expertos que opinan sobre las salamandras (a las que jamás se les pregunta qué quieren de esta relación con los humanos). Y esta segunda parte es el relato de nuestro mundo. De la deshumanización por el capital, por el mercado, por el control territorial. Y duele ver qué poco hemos aprendido con los años, pues seguimos igual.

La tercera y última parte es la denominada La guerra de las salmandras. No desvelo nada. Quien quiera saber qué condiciones tiene esta guerra, o si hay tal guerra, o si hay vencedores y vencidos, tendrá que leer la novela. Una gran experiencia. De lo mejor que he leido últimamente, divertida, ingénua, irónica, sarcástica, cruel, y muy, muy humana (no en el sentido más favorable del adjetivo...).

Y si es posible, en la edición ilustrada por Hans Ticha, que enriquece la experiencia lectora con sus magníficas ilustraciones.

Llegamos al final de esta entrada. No conozco ningún cantante checo, por lo que busqué en Google para informarme.

Encontré un blog (Translator's quill) escrito por una traductora que actualmente reside en la República Checa, en el que habla -entre otras cosas- de libros, por lo que me parece una referencia válida para asesorarnos -en este blog literario- sobre música checa. En una entrada dedicada a Mis diez canciones checas favoritas del pop actual (menos de 10 años) comparte sus valoraciones sobre varios artistas. Después de escuchar las canciones (no puedo evitar que todas me recuerden a Eurovisión), he elegido esta de Aneta Langerová por el mismo criterio que ya he utilizado en otras ocasiones en el blog: aparecen fragmentos de la letra de la canción; y es bueno ver cómo se escribe en otras lenguas, no sólo cómo suenan las palabras. Aunque no las entendamos.

Svatá Kordula (que creo que significa Santa Córdula, pero a saber...)



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