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Abecedario de pólvora, Yordán Radíchkov (Bulgaria)

Se conoce que Dios, antes de partir, cargó su carro deprisa y corriendo, y durante su viaje monte arriba, extravió casi sin darse cuenta nuestro pueblecito. Debió de escurrírsele del carro y precipitarse rodando cuesta abajo, hasta que fue a parar en el barranco junto a un mísero río. Las gentes, entonces, desviaron parte del agua, hicieron un caz, dispusieron a su lado un batán y un molino, abrieron algunos pozos y más tarde, cuando hubo medios, erigieron una pequeña parroquia en un extremo del pueblo, para la que el herrero forjó una cruz a partir de dos rejas de arado. A pesar de estar rodeado de escarpadas pendientes que lo aíslan del mundo expterior, este no tardó en descubrir la existencia del pueblecito ya que poco a poco por allí empezaron a deambular recaudadores de impuestos, tratantes de todo tipo de ganado, jóvenes solteros de los pueblos vecinos que admiraban a nuestras mozas casaderas, etc.


FICHA TÉCNICA
Título: Abecedario de pólvora
Título original: Барутен буквар (Baruten bukvar)
Género: Cuentos y relatos
1ª edición en búlgaro: 1969
Edición en español: 2014
Editorial: Automática
ISBN: 978-84-15509-23-3
Nº de páginas: 248
Traducción: Viktoria Leftérova y Enrique Gil-Delgado
Formato: Rústica con solapas
Sinopsis: La publicación en 1969 de Abecedario de pólvora supuso una auténtica convulsión en el panorama literario y la crítica búlgaros. Por primera vez se abordaban cuestiones como la revolución socialista o la resistencia antifascista huyendo de la simplificación y del ensalzamiento ideológico impuestos por el realismo socialista. Las historias que lo componen, a la vez sencillas y profundamente bellas, están impregnadas de una sabiduría popular que entronca con la tradición y el folklore búlgaros. Una puerta a un pequeño mundo rural y rico en elementos fantásticos (lo que le valió el calificativo de realismo mágico balcánico), poblado por héroes anónimos que, bien conduciendo su carro lleno de jarros y vasijas, amasando el pan cada mañana o tallando la piedra de las canteras, reivindican su papel en la epopeya de lo cotidiano.
Valoración:  6,5/10

Es sólo una curiosa casualidad que haya leido este libro después del de Sabahattin Ali, que siendo el autor que elegí para Turquía, nació en Bulgaria, cuando esta pertenecía al Imperio Otomano. Los relatos de este libro están ubicados en una Bulgaria ya independiente, pero alguna referencia hay a ese pasado compartido con Turquía (y otros países de la zona), especialmente en los primeros relatos.

Ingénuo, sarcástico, divertido, tierno, crítico... todos estos epítetos caben para describir el tono de este recopilatorio de relatos. En un principio me chocó la forma de escribir, una mezcla de realidad y de folklore, lo que le da toques -pinceladas, apenas- de realismo mágico; me costó adentrarme en las historias cotidianas, mínimas, de los relatos. Unas historias que están entrelazadas entre sí por acontecimientos y personajes.

Estos cuentos son circulares, o más bien concéntricos. Un mismo acontecimiento puede ser narrado en distintos relatos por diferentes personajes, aportando una perspectiva nueva cada vez, algún dato que no leimos previamente, lo que nos da una visión poliédrica de las vidas de los personajes que pueblan este libro

Y esa es quizá la principal riqueza de este libro; mostrarnos la vida de un pueblo de Bulgaria -como podría ser cualquiera-  a través de los ojos de tus habitantes. Personas que resultan muy vivas con sus inquietudes, su lucha diaria contra el hambre, la pobreza y la guerra (estos son los cuentos que más me gustaron. especialmente El Marcho, cuento al que pertence el fragmento inicial de esta entrada). Hombres y mujeres (más hombres que mujeres, en realidad; me hubiera gustado leer una historia contada por una voz femenina) que trabajan de sol a sol, campesinos, artesanos, que luchan por sacar algo de su trabajo y sólo obtienen penalidades, a pesar del ingenio o el esfuerzo.

Pero siendo historias trágicas (la pobreza, la muerte, la guerra están presentes en muchas de las historias) el tono narrativo no es triste; sí, en ocasiones, nostálgico. La mayoría de las veces la narración es divertida, entre lo absurdo y lo sarcástico, pasando por lo estrambótico. Podemos encontrar un cerdo que no engorda y que sólo come gallinas, sembrando el terror en el pueblo; o un gallo que amedrenta a las mujeres y les picotea las piernas por debajo de las faldas; o unos niños que sueñan con que aparezca un mago y les conceda un deseo; o los gitanos -una de las varias etnias que circulan por estas historias, que reflejan la diversidad de gentes y culturas que hay en Bulgaria-, alegres, bullangueros, nómadas.

Sí se pone serio el autor cuando relata la guerra y las miserias que conlleva: la pérdia de seres queridos, las delaciones, la traición. Son estos los cuentos más profundos, los que más me han emocionado, aunque no pierden ese toque de ingenuidad absurda que recorre todo el libro.

Todo ello -las historias entrelazadas, el estilo narrativo, los personajes- nos invitan, a pesar de su ingenuidad, a reflexionar sobre la naturaleza humana, sobre cómo tomamos decisiones y por qué, sobre grandes valores como la libertad, la lealtad, el honor, que subyacen de una forma u otra en estas pequeñas historias, siendo un relato nada anodino o anecdótico 

Y todos estos elementos se acompañan de una edición que me ha gustado mucho,  está muy cuidada, con una traducción muy trabajada, con un vocabulario muy rico en localismos o términos específicos de agricultura, folklore o artesanía, que son muy de agradecer (no sé búlgaro, es mi interpretación; desde luego, el libro está muy alejado -por suerte- de otras traducciones que parece que se hacen en serie, con un lenguaje plano y poco variado). Y acompañado de muchas notas al pié (yo soy de las que las leo; no me molestan, al contrario) que aclaran términos, acontecimientos históricos, elementos culturales, haciendo la lectura una fuente de aprendizaje también.

Ahora bien ¿es una lectura que recomedaría? Una vez que lo he terminado, creo que habría disfrutado más dejando pasar tiempo entre cuento y cuento; leerlos todos seguidos puede llegar a saturar un poco. Pero sí creo que vale la pena acercarse a este autor y a estos relatos.

Para terminar comparto video de uno de los cantantes más exitosos de Bulgaria (dicen que en China tiene más fans que en su propio país). Azis, cantante gitano, representante del estilo chalga, una mezcla de ritmos pop y tradicionales, que se centra en la diversión, el sexo y  el amor, lo que no siempre ha generado muchas simpatías en el país, especialmente en la época comunista.

Lo he elegido porque el video refleja una gran diversidad de personas (por edad, etnia, orientación sexual, aspecto físico, etc.) que no creo que sea tan bien aceptada en Bulgaria (al menos las personas gitanas son víctimas de agresiones por parte de grupos neonazis con frecuencia preocupante; y la expresión de género no-normativa de Azis también le ha generado muchos problemas; que parece que ha solventado presentándose con una imagen más normalizada, como en este video), pero sí es la que se nos describe en el libro de Radichkov. Disfrutemos de Motel

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