Aquella tarde, el preman se presentó poco después de que la señora de la casa se hubiera levantado y aseado. Lo recibió una niña de unos once años. Dijo llamarse Maya Dewi y pidió a Maman Gendeng que esperase en la sala de estar, porque su madre estaba secándose el pelo. La pequeña, que llegaría a ser tan hermosa como su madre, eso ya era evidente, le llevó un vaso de limonada bien fría y, cuando el invitado sacó un cigarrillo, se apresuró a colocar un cenicero encima de la mesa. Maman Gendeng se imaginó que el aspecto pulcro y ordenado de la casa debía de ser cosa de la niña. Gracias a Mamá Kalong se había enterado de que Dewi Ayu tenía tres hijas y le intrigaba averiguar si las otras dos hermanas eran igual de guapas, pero al parecer Alamanda y Adinda habían salido.Dewi Ayu apareció con la melena suelta y refulgente con la luz de primera hora de la tarde. Ordenó a su hija que los dejara solos, despertó a un gato que estaba acurrucado en su sillón y se sentó. Todos sus movimientos eran pausados, elegantes y deliberados. Se recostó y cruzó las piernas, cubiertas por un largo vestido con grandes bolsillos a ambos lados y un lazo atado a la altura de la garganta. Su pelo desprendía un leve aroma a espliego y aloe vera. Aunque Maman Gendeng ya se había acostado con ella y la había visto desnuda, su belleza embriagadora lo dejó pasmado.
FICHA TÉCNICA
Título: La belleza es una herida
Título original: Cantik itu Luka
Género: Narrativa contemporánea. Realismo mágico
1ª edición en indonesio: 2002
Edición en español: 2017
Editorial: Lumen
ISBN: 978-84-264-0439-8
Nº de páginas: 316
Traducción: Carlos Mayor Ortega (del inglés)
Formato: Libro digital
Sinopsis: Dewi Ayu, una bella prostituta dada por muerta veinte años antes, aparece en medio del paisaje bélico y de tumultuosa inestabilidad política de la Indonesia del siglo XX. Esta inesperada reaparición es el punto de partida para la narración de su vida.
Dewi siempre supo cómo tratar a los hombres, y su fama de buena amante y de mujer hermosa la obligaron a tomar decisiones drásticas que cambiarían la vida de sus cuatro hijas.
Valoración: 8/10
Valoración: 8/10
La sinopsis del libro da a entender un género más realista o trágico que lo que realmente es la novela. Y no es que no sea cierto lo que cuenta, es que -sorprendentemente, en comparación a esas sinopsis que hasta te cuentan quién es el asesino- el resumen es muy neutro respecto a lo que vamos a encontrarnos en la novela.
Para empezar, esa aparición de Dewi Aya, una bella prostituta dada por muerta veinte años antes, no es tan simple. Sí, ocurre en las primeras cinco páginas de la novela, pero es que sí estaba muerta; resucita o vuelve como espectro corpóreo, y se va tranquilamente a su casa y se sienta a charlar con su hija pequeña, Bella; cuyo nombre también es engañoso, pues se la describe como alguien realmente monstruoso, que asusta y repele a partes iguales a quien la mira. En cambio, tanto Dewi Ayu como sus otras tres hijas -Alamanda, Adinda y Maya Dewi- son extremadamente hermosas, de manera que hacen perder la cabeza a los hombres, pero no despiertan la envidia de las mujeres, embelesadas igualmente por su hermosura.
Es la belleza de Dewi Ayu y su pragmatismo, su aceptación de sus circunstancias -sean cuales sean estas- las que ejercen de motor de la historia. Su decisión de hacerse prostituta, de que sus hijas no lo fueran, de no casarse después de su primer matrimonio, enlazado con los hombres que la visitan en el burdel, o que viven en el pequeño pueblo de Halimunda, son el desencadenante de esta historia que tiene mucho de tragedia griega, si se me permite la disgresión geográfica, pues todos los personajes están atados a un destino que juega con ellos, y los zarandea, los aplasta o los eleva sin que tengan mucho que decir.
Pero también hay momentos divertidos o irónicos; no estamos ante un drama, aunque los hechos que narra a veces sean de una brutalidad terrible. Es el fatalismo, que lleva a aceptar lo que sucede, como algo ya previsto, lo que resta dramatismo a sucesos que en otro tono serían terribles: violaciones (muchas, demasiadas; espantosas), guerras, torturas, crímenes, muertes... Y fantasmas, que es el elemento no necesariamente exótico, pero sí ligero de la novela. No es que los aparecidos sean buenos o nobles, pero al menos cuando aparecen hay como un suspenso de la brutalidad de los vivos. Y el masculino no es genérico: son los hombres de la historia los que comenten los actos más despreciables, hacia otros hombre o -de manera genérica, en forma de violación- hacia las mujeres.
El tono de realismo mágico de la novela me dificulta saber si toda esa violencia contra las mujeres es un patrón cultural de Indonesia o un elemento narrativo. Leyendo el informe del propio Gobierno de Yakarta sobre el tema realizado en 2017, y citado por el UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), el 33 por ciento de las mujeres indonesias de entre 15 y 64 años ha sufrido algún episdio de violencia física o sexual en su vida. Y UNICEF, en su Informe Anual sobre el Estado Mundial de la Infancia de 2005, dedicado a la infancia amenazada, indicaba que alrededor de 100.000 niños y niñas y mujeres indonesias sufrían explitación sexual.
Son datos escalofriantes que permiten poner en contexto la reacción, que no es tal, a los abusos que se narran en la novela. En primer lugar, Dewi Ayu, cuando es obligada por el ejército japones a prostituirse, y después cuando decide seguir ejerciendo esa actividad, lo acepta con una tranquilidad pasmosa. Cierto que otras mujeres de la novela no se quedan tan tranquilas cuando son violadas o explotadas sexualmente, pero tampoco se hacen demasiados aspavientos, ni parece que nadie se preocupe en exceso de que ocurra.
Me parecería estupendo que en Indonesia (y en cualquier otro país) nadie le diese mayor relevancia a las decisiones sexuales de las mujeres, a su forma de vivir su propia sexualidad. Pero en esta novela no se trata de eso. Cierto que no quedan "mancilladas" después de saberse que han sido violadas, o que Dewi Ayu es una mujer muy respetada en su comunidad, e incluso admirada por las mujeres "decentes", pero no estamos hablando de decisiones libres. Son violaciones y agresiones normalizadas, de las que ni puedes quejarte; sólo seguir con tu vida; hasta la siguiente agresión, o hasta casarte, o hasta que ocurran ambas cosas, porque el matrimonio no te libra de la violencia sexual.
Puede que le esté dando excesivo espacio en el blog a este tema, pero me ha dejado consternada la naturalidad de la violencia, en quien la ejerce y en quien la sufre. Es un hecho más de la vida cotidiana. Y me parece un horror.
Y sin embargo, la novela me ha gustado. Los elementos más mágicos o fantasiosos ponen un punto de irrealidad que te permite desconectar de la brutalidad cotidiana. Hay momentos de una belleza lírica tremenda (la leyenda de la princesa Rengganis, por ejemplo; o la historia de amor entre Farida y el sepulturero) y los personajes -a pesar de su violencia, de su machismo- son atractivos e interesantes (no como personas; como elementos literarios). La forma de narrar la historia, centrándose en personajes que aparentemente no tiene que ver con la trama central, pero acaban encajando, entremezclándose, creando una maraña de historias, de relaciones, de pasiones que me ha atrapado en ocasiones.
También hay momentos en los que la narración decae, que hay algunos capítulos más flojos, pero en su conjunto es una novela muy recomendable, escrita con un lenguaje directo y poético a un tiempo, ligero y ágil.
Gracias a internet, he encontrado un blog especializado en música actual asiática, lo que me facilitará compartir las músicas de los países que visito. Para Indonesia me he decidio por Fourtwnty y su canción Zona Nyaman, que invita a los jóvenes salir de su zona de confort (o eso cuentan en el blog). Lo he priorizado porque ya sabéis que me gusta ver también cómo es el idioma escrito de los países que visito
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