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El vendedor de pasados, José Eduardo Agualusa (Angola)

La parte superior del muro está cubierta de trozos de vidrio de colores variados, pegados en el cemento. Desde aquí donde los veo, me hacen pensar en dientes. Este feroz artificio no impide que de vez en cuando unos niños salten el muro y roben paltas, nísperos o papayas. Colocan una tabla sobre el muro y después levantan el cuerpo. Me parece una tarea demasiado arriesgada para tan escaso provecho. Tal vez no lo hagan para probar las frutas. Creo que lo hacen para probar el riesgo. Tal vez, el día de mañana, el riesgo tenga para ellos el sabor de los nísperos maduros. Imaginemos que uno de ellos se vuelva zapador. En este país nunca falta trabajo para los zapadores. Ayer mismo vi en la televisión un reportaje sobre el proceso de quitar las minas. Un dirigente de una organización no gubernamental lamentó la falta de precisión de los números. Nadie sabe, en verdad, cuántas minas fueron enterradas en el suelo de Angola. Entre diez y veinte millones. Probablemente habrá más minas que angoleños. Supongamos, pues, que uno de esos niños se convirtiera en zapador. Siempre que rastreara un campo de minas le vendría a la boca un remoto sabor a nísperos. Un día enfrentará la inevitable pregunta, lanzada con una mezcla de curiosidad y de horror, por un periodista extranjero:
–¿En qué piensa cuando desarma una mina?
Y el niño que todavía hubiera en él contestaría sonriendo:
–En nísperos, señor.


FICHA TÉCNICA
Título: El vendedor de pasados
Título original: O vendedor de pasados
Género: Narrativa contemporánea. Realismo mágico
1ª edición en portugués: 2004
Edición en español: 2018
Editorial: Edhasa
ISBN: 978-84-350-1137-2
Nº de páginas: 185
Traducción: Rosario Peyrou
Formato: Tapa blanda
Otros:  Independent Foreign Fiction Prize 2007
Sinopsis: La revolución angoleña ha concluido. Con su llegada, el elenco de los nuevos triunfadores. Políticos empresarios, contrabandistas, torturadores. No son sujetos precisamente impecables. Tienen el presente y el futuro a sus órdenes; sin embargo, eso no les basta. Quieren un pasado acorde a su posición, una digna prosapia. Félix Ventura irá en su auxilio, se especializa en eso: en fabricar ancestros, relaciones familiares, una cuna de honor. Todo documentado, naturalmente, con fotos y una historia para contar. Es un hombre que hace bien su trabajo. Hasta que uno de sus clientes toma la ficción por realidad y sale a la búsqueda de sus parientes imaginarios. Entonces sale a la luz el auténtico pasado, el de las heridas de la historia, aquel que tarde o temprano se impone.
Con su maestría habitual, con una imaginación desbordante, con un singular sentido del humor, José Eduardo Agualusa ha escrito una novela inolvidable sobre las falsificaciones de la memoria y sobre el peligro de alterarla. Ganadora del Independent Foreign Fiction Prize, El vendedor de pasados es un paradójico homenaje al poder de la ficción y una sátira de las debilidades de los poderosos
Valoración: 7,5/10

No sabía qué me encontraría al iniciar la lectura de este libro. Sí, claro, leí la sinopsis, pero eso no me daba una idea del tono que tendría, de la cadencia del lenguaje, de las imágenes. Y desde el narrador (que en algún momento fue humano, y ya no lo es; y prefiero no desvelar su actual naturaleza, para permitir la sorpresa a futuras lectoras y lectores) hasta el protagonista, el albino Félix Ventura (¿su nombre, obviamente no azaroso, habla de una doble felicidad?), pasando por el resto de personajes,  que aparecen de manera fragmentada o continua en la novela, con su personalidad marcada, con su historia propia, aportando cuerpo a la narración, el libro me atrapó.

Es un libro además, en el que se habla de libros. Y, para mi, eso es un aliciente para seguir leyendo. El padre adoptivo de Félix Ventura tenía una librería de segunda mano en Lisboa, se dedicaba a comprar los bibliotecas de los portugueses que abandonaban con prisas Angola durante la guerra civil (1975-2002) que siguió a la independencia. En esa librería creció Félix y conoció el mundo y a las personas, y forjó su bagaje para ser el mejor en su profesión: inventor de pasados gloriosos para personajes que medran desde la nada (o casi) y necesitan antepasados ilustres, hazañas importantes.

Y esa profesión da lugar al tema central de la novela, la mentira; o -como diríamos ahora- la posverdad; aunque prefiero el doblepensar orwelliano (el concepto, no su realidad, obviamente). Pero ¿un pasado creado, creible, es mentira? ¿o es sólo una nueva verdad que nos hace la vida más fácil, que nos permite encajar mejor en el papel que nos ha asignado nuestro destino? José Buchmann, Ventura, el narrador, Ángela Lucía, tienen posturas diferentes y esas visiones desde ángulos distintos son los que enriquecen la narración.

Una narración que me ha recordado a la de algunas escritoras latinoamericanas (más que a escritores), rica en colores, sabores, olores, que recuerda al Trópico. Angola está situada entre el Ecuador y el Trópico de Capricornio, como Canarias, y quizá por eso -aparte de por los muchos lusismos en el habla de las islas y que se reconocen en la narración de Agualusa- la novela me ha resultado muy cercana.

En definitiva, ¿me ha gustado el libro? Sí, hasta la última parte, en la que se precipita un poco el encaje entre los personajes (que, por otra parte, se veía venir; las casualidades son sólo casualidades si quieres verlas así, dice uno de ellos). Y confieso que me preocupa un poco que sea cuando entra de lleno la realidad en la novela -persecuciones políticas, guerra, torturas, cárcel...- cuando deja de gustarme; no suelo ser una lectora "floja" que sólo busca disfrutar con historias amables o alegres; más bien lo contrario, aprecio más aquellas historias que permiten profundizar en la esencia del ser humano, donde el bien, el mal, lo sublime y lo insustancial conviven aportando matices muy diversos.

Pero el salto del relato amable, ingénuo, irónico sobre los clientes de Félix Ventura a la cruda realidad de las heridas no curadas con el tiempo, a las viejas rencillas, a la venganza, resulta demasiado brusco, sin solución de continuidad y -de repente- estás en otra novela. Es ese cambio el que me sacó de la historia.

No obstante sí es una lectura recomendable, con un estilo narrativo que me ha gustado mucho, por lo que sé que José Eduardo Agualusa es un escritor que ha llegado a mi órbita lectora para quedarse; leeré más obras suyas, con toda seguridad.

Respecto al contexto, de Angola sabía bien poco, apenas que fue colonia portuguesa. Y en este libro no se cuenta mucho más, apenas alguna referencia a la corrupción de la administración colonial, y a la posterior corrupción de los políticos angoleños tras la descolonización. Nada nuevo bajo el sol, por lo que me queda pendiente tras esta lectura, saber algo más del país.

Mientras investigo, despido la entrada con este video de Deedz B & Deejay Teli, dos jóvenes compositores, músicos y cantantes nacidos en Luanda, Angola, que se unieron en este disco 2000FazerAcontecer. El video está acompañado de la letra en portugués, lengua oficial del país, que convive con las otras lenguas nacionales -por orden de importancia numérica- el umbundu, el kimbundu, el kikongo, el chókwè, el nganguela y el kwanyama.


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